Ayer tarde la respiración se agolpó, a flor de piel emaron sentimientos, brotaron palabras acalladas alguna vez, se evidenció el pensamiento, se desnudaron el alma y el espíritu, dejando entrever la sensibilidad, el coraje, la fuerza, la vulnerabilidad, todo cuanto conlleva el escritor al exponer sus creaciones, esas como nuestro compañero y amigo Ramiro Rodríguez cita "humaniza y humaniza a quien escribe", dejando huella al paso, tatuajes perennes que marcan la existencia de quien crea, de quien los lee y hace propios, dando cabida en su ser a una parte (tal vez mínima) de ese creador, de ese soñador que enaltece las letras, haciendo su devocional diario, parte del pan y la sal que comparte a quien a bien tiene recibirlo. Me enorgullezco de tener amigos (muy amigos, casi hermanos) con tanto talento, provistos de humildad y lejos de falsas poses, anoche, tuvimos la oportunidad de reunirnos, coincidir en esa vertiente artística que nos une, departir con estudiantes de la Universidad de Texas en conjunto con el Ateneo Literario José Arrese del que somos parte, los mejores anfitriones, Aragelia Salazar y Ramiro Rodríguez quienes acertada y alternadamente nos condujeron en una velada llena de armonía, inquietud y comunión; una Noche de Poesía que nos dejó absortos con un espacio en el tiempo, para alimentarnos del arte que forma nuestra entidad, más humana después de ayer.
Ruth Martínez Meráz.***
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