El invierno
se ha quedado
en mi verano,
saliva amarga
de la hiel que me ciñe,
en mi ser vacio,
el calor ausente
de tu amor perdido.
Un pábilo de fe
casi se agota,
esparcido seco
en el platillo,
aroma que hiere
la estancia,
ápice frugal
de tu olor casi extinto,
filoso coqueteo
de una daga,
calma la ansiedad
de verte mío,
asumo de hinojos
la privación
de tu persona,
me condeno
y azoto los sentimientos
aún vivos,
muero antes
que vivir solo,
sin la razón
que sostiene
mi existencia,
enloquezco
hasta las entrañas
nadie entiende,
que el amor perdura
más allá de la muerte.
RMM ***
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