6.1.20

No viviré


Mientras viva
no puedo callarme
no puedo cegar mi voz
y ahogar mis palabras en el silencio.
En tanto que voy de paso
siempre seré risas, llanto, gritos, canto
verso y prosa que aminore
la tristeza de quien busca consuelo.
No respiro dentro de una burbuja
me da escozor la violencia
sangran mis manos
el corazón se me llena de cicatrices
arañan mis ojos
la frialdad con que nos atacan
porque todos somos parte de otros
la vulnerabilidad nos une.
Mientras explotan mis pensamientos
se conjugan mis oraciones
lleno de compasión mi aljaba
piedad rezan mis rodillas
aquí el cielo aún no oscurece.
Pido mis palabras sobrevivan
a la tempestad en que ellos hoy se sumergen
mía no es la venganza, al divino le pertenece.
No me mantendré inmóvil
ni muda, impasible o indiferente
tras esta insolente guerra
ruego por tantos inocentes.

©️ Ruth Martínez

#pazparaelmundo

4.1.20

Atrapado


“…No sé de dónde nacen los poemas…”
De padres a hijos.
Iván Onia Valero






Llevo la constante de un silbido
que emerge de tus dedos
se apilan las palabras entre tus manos,
guardan silencio.


Colapsan las líneas del teléfono
se bifurcan en cien mil conversaciones
- ninguna nuestra –
enmudece el alfabeto en tus labios,
suspiro por un beso tuyo
que desborde poesía.

Te eriges como un holograma
frente a la pantalla que refleja mi rostro
- sonríes –
te guardo en una taza de café,
escribes un verso.

Eres el genio de la lámpara
mi fiel esclavo en este encierro
te abates en el cosmos
sin encarnarte en la luna.

Timbra el celular
las diez menos quince
decides añadir otro evento a nuestra historia.


© Ruth Martínez Meráz

Nos desbordamos en palabras



Escribir es un talento que desarrollamos con dedicación, esfuerzo y gusto por las letras; parte primordial de nuestra formación como escritores es leer. Adentrarse en el pensamiento de otros nos lleva a concebir nuestras historias. Fluye un verso en la sobremesa de una anécdota; se construye el poema a través de la imaginación que nos proporciona la observación de un hecho, la confesión de un amigo, el mismo vivir que nos incumbe. Parten relatos desde algún sueño, en el insomnio que nos obliga a desplegar unas líneas antes del alba. Adquirir el hábito de escribir es una disciplina que no cuesta tanto trabajo cuando estamos dispuestos a soltar la mano sobre el papel o teclear letra por letra en nuestros dispositivos electrónicos donde quiera que nos encontremos y en la situación más inesperada o menos convencional. Atrevernos como escritores a sortear los diversos géneros literarios que nos impongamos es más que un acto de valentía. Para mí significa ser intrépidos, forjar en ello el personaje singular que llevamos dentro, ese que coexiste en un segundo plano en nuestra realidad. Nadie puede cuestionar la manera cómo escribimos, somos únicos; si bien es cierto que escribimos para nosotros, también pasamos a ser parte de aquel que nos lee, mutamos en su existencia, trascendemos, lo cual es sin duda el mejor reconocimiento a nuestra entrega.

© Ruth Martínez Meráz