la arena trama un injerto
de agua…”
Alberto Davila Vazquez
Era yo
un mirlo que escapaba del asfalto, de la
emisión de gases en sus bocas; gozaban devorarme el canto en mi pecho, ahogaban
mi voz con lluvia de cenizas, quemaban el tuétano de mis huesos. El vaho de los
árboles empañaba mi vista, yacían tuertos los ruiseñores, ya no envidiaban el
sonido de mis melodías al amanecer. Las margaritas rehuían mis caricias en el
ocaso del día. Afligido, en el desahucio de quien inevitable el final le acosa,
rogué por una esperanza al creador de mi historia. Era la burla de las aves de
rapiña. ¿Qué era de aquel lugar donde me enseñoreaba? El sarcasmo invernaba en
los corazones que despedazaron mi ser. La utopía que me acogía con lenguas
dulces, escupían veneno, desplumaron mis alas. Sin embargo, aún existía. Palpitaba
el coraje dentro de mí; abandoné mi orgullo en el viento. Entoné con el corazón
mi arrepentimiento, despojé de banalidades mis pensamientos. En el aspaviento del horizonte, vislumbré un arcoíris,
señal de la renovación del pacto. Ahí tuve un encuentro conmigo: Surgió un Ave
Fénix.
© Ruth
Martínez Meráz. *** (Texto e imagen)
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