“Le pondré Maybeth” –dije firmemente- no era un nombre
usual, y la verdad no indagué si tenía algún significado en especial, por
aquello que nos da por investigar a veces el origen de los nombres, pero esta
vez no, no era necesario, ya que una de mis mejores amigas se llama así y para
mí era suficiente; “ponle un nombre cristiano!” -me dijo su padre-, y cuál era
un nombre “cristiano”?, acaso Juana, María, Rosa, Ana, Guadalupe, Carmen, etc.,
qué más daba?, en ese entonces no reflexionaba sobre la influencia de los
nombres en las personas, pero dado el caso, estaba obligada a ello, pero,
Maybeth me parecía bonito, y si acaso influenciaba el nombre en la persona,
pues mi amiga era una mujer llena de virtudes: bonita, delicada, paciente,
inteligente, prudente, femenina, por mencionar algunas; entonces, cuál era el
problema, que si estaba compuesto el nombre de María y Elizabeth como me hacían
notar a quienes les platicaba sobre el tema, la verdad nunca se lo pregunté a
Maybeth (mi amiga); el tiempo pasaba y mi beba tenía que tener un nombre ya; un nombre bonito, no choteado, con un
significado digno, fue mi tarea por algunos días y motivo de mis prioridades;
sugerencias de una y otra parte y nada, contemplaba a mi pequeña hija, ansiosa
por saber si el nombre que le escogería le fuera a gustar cuando creciera,
tenía que ser especial. Llegó un momento de aquellos como una epifanía, cuando
estaba leyendo una novela y apareció el nombre de Ariel, busqué su significado:
“León de Dios”, este me gusta –pensé- pero enseguida me acordé de la “Sirenita”
y desistí; días antes también había estado leyendo la Biblia, con la intención
de encontrar un nombre en aquellos pasajes donde aparece la parentela de la
parentela de los descendientes de las doce tribus de Israel, me hostigaban con
un nombre “cristiano” tenía que encontrarlo, y lo quería poner yo, su madre,
era mi derecho, no daba lugar a nadie más; por fin!, en un pasaje en el libro
de Génesis, donde se menciona la descendencia de Jacob, ahí leí en el capítulo
46:16 “Los hijos de Gad: Zifión, Hagui,
Ezbón, Suni, Eri, Arodi y Areli”; casualmente, lleva las mismas letras que
el nombre de Ariel, Areli, busqué su
significado “La más querida”; se llamará Areli –pensé en voz alta- ese
pedacito de mí era tan amado y lo sería toda la vida, y que mejor llevar en su
nombre lo que por siempre habría de significar para mí.
Ruth Martínez Meráz ***
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