Hoy conocí a Roberto,
venía cargado de ilusiones
con la emoción
de quien recibe un regalo sorprendente.
Hoy conocí a Roberto,
traía mil recuerdos aquilatados
en fardos de colores arenas,
y un corazón vestido de coraje.
Hoy conocí a Roberto,
transmitía su mirada
una paz infinita,
aún contra las adversidades
en su aventura,
irradió de luz mi día.
Hoy conocí a Roberto,
colmó mi memoria
de mil imágenes,
me animó a seguir el camino,
disfrutar mi libertad en todos los sentidos.
Hoy conocí a Roberto,
doy cuenta que la juventud
no es tan vana,
hay propósitos divinos
cuando al centro del corazón
acuden las palabras.
Hoy conocí a Roberto
no era el hombre,
era el niño que debió
volver,
para comprender cuando
Dios es el que llama,
aun en aquellas tierras lejanas.
Ruth Martínez Meráz.***
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