16.3.09

CRISTO

Ahí está…en el altar sobre una cruz
con la mirada triste y perdida
escuchando el murmullo de los feligreses
los constantes rosarios y letanías.

Ahí está…su faz desencajada
observando a quien toca sus pies traspasados por los clavos,
percibiendo las emociones a flor de piel de aquel pobre anciano
que aún tiene la esperanza de un milagro
para su mujer enferma, o de aquel niño inocente que aún no ha sido corrompido por

alguna insana persona que frustre su fe.

Es el mismo Cristo que es recordado cada cuaresma,
el Salvador que profesan los cristianos protestantes,
el Mesías esperado por los judíos y no reconocido como tal por algunos cuantos.

Ahí esta…clavado a un madero con el dolor provocado por el hombre
más que por la corona de espinas que circunda su cabeza,
reflejo de mártir, concepto de sacrificio, por una humanidad ingrata.
esperando al acongojado al que trae una pesada carga,
un Cristo que no aguarda la veneración, sino que el propósito de su muerte haya cumplido su cometido.


Quien no quiere largas filas de “peregrinaciones”, ni crueles autocastigos,
quien no desea dejarnos sin dinero para el sostén del hogar, sino una buena administración de nuestros pocos recursos .

Ese Cristo de la cruz necesita ver el fruto de la redención,
donde la verdad de Dios sea aplicada, donde la fé mueva montañas,
llevando nuestra existencia al éxtasis, siendo realmente Libres.

Viviendo una vida digna, honesta, de servicio incondicional, de buen ejemplo a quien nos rodea, dejándonos de falsos altruismos, renunciando a uno mismo, elevando el verdadero concepto de Amor que traspasa lo humanamente concebido.

La cruz…es sólo un símbolo, y
Cristo sigue esperando que lo entendamos.


Ruth Martínez Meráz.***

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