LA MALQUERIDA
Casualmente encendí el televisor, solo por prenderlo pues casi no acostumbro ver series (menos tv novelas!), me voy más por películas, pero aunque tengo sistema de cable la mayoría las rento, en fin, no tuve mi sesión literaria en el Ateneo (hoy es martes) así que llegué temprano a casa, con mis libros, cuaderno y carpeta en mano como suele ser cada día, para dedicarme a leer, escribir un rato, bueno..lo confieso, la única serie de televisión que realmente me gusta es “Dr. House” (no soy malinchista lo anticipo), aunque la mayoría de las veces me quedo dormida o se me pasa por estar leyendo o haciendo otra cosa (obvio, más importante)ya, ya! Voy al grano, pues entre canal y canal, paré en ese que pasan películas mexicanas, estaba ya comenzada, era con Pedro Armendariz y Dolores del Río, mis respetos, qué grandes actores a mi ver, esperé por un rato con la curiosidad de entender la trama y el título de la película, (mientras, yo tenía pluma y cuaderno en mano y comencé a escribir sobre esto, les ha pasado alguna vez lo mismo?), fijarme en cada detalle de las escenas, los diálogos, la escenografía, el cuidado y esmero en los atuendos, las características de cada personaje, el que fuera en blanco y negro, era lo de menos, me entretuve hasta que ví el final, lo que llamó la atención por abordar un tema polémico para su época (no pude darme cuenta de cuándo fue el filme pero denotaba lo que llaman “el siglo de oro”), pues trataba de un padrastro en este caso el Sr. Armendariz que termina enamorado de su hijastra, y la madre (Dolores del Río) cual mujer en su abnegado deber, perdona al marido, quien sale huyendo por un crimen que cometió en pro de la hijastra, y aún así esta mujer (Dolores del Río) se “derrite” por él, enamoradísima dándole un lugar a este hombre como si fuera un dios, además de que la hija (hijastra) le hecha en cara el amor que siente por su padrastro, remordiéndole más el corazón, pero cual madre “ejemplar” la perdona; total, terminan matando al Sr. Armendariz (el padrastro) y Dolores del Río (la esposa y madre) llorándole como Magdalena reconociéndole como el señor de la casa (en este caso hacienda pues todo sucede en el algún lugar rural). Situaciones como ésta, creo que hoy se viven sin mucha diferencia, señoras madres de familia que enviudan o se divorcian y se vuelven a casar, se enamoran o en un arranque desesperado de apoyo interesado, “rehacen” su vida precipitadamente sin conocer a ciencia cierta si ese hombre, futuro “padrastro” de sus hijos sea en realidad un buen sujeto; no estoy generalizando, pero si considero que hay que ser muy pero muy precavidas (os) al iniciar una nueva relación, ojo! Enamoramiento es una cosa y amar es otra muy distinta, hay mujeres que se obsesionan con un dizque amor y hacen tantas tonterías en pro de un sentimiento enfermizo al grado de arriesgar a sus propios hijos, es por ello que hay hijos e hijas (ya me oí como Fox) violados, acosados por las parejas de sus padres, y algunas madres que según se enamoran se vuelven ciegas, sordas y mudas ante este tipo de actos, dándole la razón al cónyuge recién venido a la familia; y aunque esto no es exclusivo de “padrastros” porque también existe el incesto, pero esa es otra historia como dijo la nana Chole. Así que señoras “ojo!” mucho cuidado donde pone su mirada y en quién, no todo buen mozo o feo, fuerte y formal es como lo pintan, el amor es algo más profundo, llega solo, no se busca, ni está en oferta, la soledad es buena compañera hasta que llega el hombre indicado a nuestra vida, con un amor que va más allá de lo físico, lo material, lo establecido, y Dios no permitirá que se lo pierda, déjeselo a El.
Ruth Martínez Meráz.***