Mi querido amor,
Son tantos los días ya sin ti, mi corazón se aflige cada que veo el minutero cursar el viejo reloj de la sala, mis manos no evitan que la pluma deje de escribir unas cuantas palabras, hablándote, como si estuvieras dispuesto a leerlas en medio de tanta violencia que te aqueja; maldigo cuando se desgasta la tinta, grises como mis días en tu ausencia se figuran las letras por remarcar; qué batallas estarás librando?, cuánto tu corazón soportará librar tus contiendas?, por más que imagino tu diaria incertidumbre, no lo podría igualar. El son de las metrallas acechando tu destino, bombas explotando en derredor tuyo, recurres a mi rostro en tiempos difíciles?, hallarás paz en mi recuerdo?; en cierta forma, admiro la entereza con que enfrentas la vida por otros, dándote como último pan de aliento para quienes tal vez no valoran tu esfuerzo, sangrar por la felicidad del bien ajeno, tendrá ello su recompensa a cambio de mis días infelices?; los rezos se me agotan, los padres nuestros paran en mi lengua, oraciones en silencio permanecen. Retumba en mí tu corazón fallido, impotente en esa debilidad inevitable e inherente a tus actos, tu fotografía se desgasta con mis lágrimas, se agrieta como tierra estéril sin frutos que maduren. Tiempo de guerra, conflictos interminables, ahogan mis ansias por verte, empero tu mesa a diario está servida de tus platillos favoritos, horneo el pastel de manzana que tanto te gusta, el verano casi termina, se avecina un otoño triste en nuestra alcoba, un vino tinto se añeja. Habré de acumular los troncos para la chimenea?, tu voz no hace eco, mi alma se quebranta. Infortunio de mi vida! Mengua la salud –no te preocupes – habré de sobreponerme a esta distancia obligada, quiero lucir regia a tu regreso, dispuesta para seguirte amando como hasta ahora, pulir tu cuerpo con mi tacto, empaparte de caricias, fundir mis labios en los tuyos, hasta perderme como ayer, como lo fue siempre, cuando solías estar aquí, abrazar tu cuerpo por la espalda, entrecruzar mis piernas con las tuyas, sentir el calor que sólo tú puedes darme, refugiarte en mi regazo, hasta verte dormir sereno, con el arrullo de tu respiración sobre mi vientre, esperando el amanecer, dejando atrás esta etapa de tu vida donde no sabes si eres un mártir o un héroe. Te amo, tuya Siempre. Tu Inés.
(Cartas de Guerra)
Son tantos los días ya sin ti, mi corazón se aflige cada que veo el minutero cursar el viejo reloj de la sala, mis manos no evitan que la pluma deje de escribir unas cuantas palabras, hablándote, como si estuvieras dispuesto a leerlas en medio de tanta violencia que te aqueja; maldigo cuando se desgasta la tinta, grises como mis días en tu ausencia se figuran las letras por remarcar; qué batallas estarás librando?, cuánto tu corazón soportará librar tus contiendas?, por más que imagino tu diaria incertidumbre, no lo podría igualar. El son de las metrallas acechando tu destino, bombas explotando en derredor tuyo, recurres a mi rostro en tiempos difíciles?, hallarás paz en mi recuerdo?; en cierta forma, admiro la entereza con que enfrentas la vida por otros, dándote como último pan de aliento para quienes tal vez no valoran tu esfuerzo, sangrar por la felicidad del bien ajeno, tendrá ello su recompensa a cambio de mis días infelices?; los rezos se me agotan, los padres nuestros paran en mi lengua, oraciones en silencio permanecen. Retumba en mí tu corazón fallido, impotente en esa debilidad inevitable e inherente a tus actos, tu fotografía se desgasta con mis lágrimas, se agrieta como tierra estéril sin frutos que maduren. Tiempo de guerra, conflictos interminables, ahogan mis ansias por verte, empero tu mesa a diario está servida de tus platillos favoritos, horneo el pastel de manzana que tanto te gusta, el verano casi termina, se avecina un otoño triste en nuestra alcoba, un vino tinto se añeja. Habré de acumular los troncos para la chimenea?, tu voz no hace eco, mi alma se quebranta. Infortunio de mi vida! Mengua la salud –no te preocupes – habré de sobreponerme a esta distancia obligada, quiero lucir regia a tu regreso, dispuesta para seguirte amando como hasta ahora, pulir tu cuerpo con mi tacto, empaparte de caricias, fundir mis labios en los tuyos, hasta perderme como ayer, como lo fue siempre, cuando solías estar aquí, abrazar tu cuerpo por la espalda, entrecruzar mis piernas con las tuyas, sentir el calor que sólo tú puedes darme, refugiarte en mi regazo, hasta verte dormir sereno, con el arrullo de tu respiración sobre mi vientre, esperando el amanecer, dejando atrás esta etapa de tu vida donde no sabes si eres un mártir o un héroe. Te amo, tuya Siempre. Tu Inés.
(Cartas de Guerra)
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