Querido amor,
Es inevitable que te escriba cada día ya sea por la mañana o al ocaso, mi corazón no deja de sufrir por tu ausencia, y que es ésta sino la privación de tu aliento sobre mi rostro?, el susurro de tu voz grave a mis oídos que invitan a serenar mis sentimientos hacia tí, cual burbujas efervescentes y copiosas escapadas a tu corazón. No reprocho tu destino, es menester que cumplas esa parte de tí, característica de tu hombría cabal, que me sigue enamorando a pesar de esta distancia; a mis labios le hacen falta la humedad de los tuyos, mi piel reclama el aroma de tu cuerpo, la sensación de tus manos alrededor de mi cintura, sin embargo, sigues allá y yo aquí. No quiero pensar en que si por momentos me olvidas o se desdibuja mi imagen de tu mente, si por razones ajenas o incluso si por tu propia voluntad en la debilidad de tu carne, hayas dejado seducirte por el cuerpo de una extraña, no, no quiero imaginarlo tan siquiera, me hierve la sangre con sólo escribírtelo; has de decir que el deseo es lo que menos te apetece en estos instantes tan conflictivos, el olor a azufre, a muerte te enloquece y si acaso, si bien te va, un cigarrillo te acompaña por las noches y una dura sensación de incertidumbre te asalta sin poder conciliar tu sueño - si acaso tienes tiempo o el deseo de dormir-. Parezco a veces una florecilla de esas que se mueren al llegar la noche y renacen al alba, el destino es cruel conmigo, juega con este cariño tan entrañable, arraigado como un roble que se niega a ser cortado, endurecido, perenne. Mi amor, tal vez sería mejor evitar decirte mi desdicha, consejo que no deja de darme la tía Francisca, mas cómo entonces soportaría esperar tu regreso? es preferible omitirte mi desasosiego?, consciente estoy que no estás en el mejor lugar, ni disfrutando tu estancia, pero si en algo vale mi amor por tí, acaso no es preciso que sepas la angustia que me acoge desde tu partida?, la indiferencia no es la mejor prueba de amor. Te amo. Tuya Siempre. Tu Inés.
Es inevitable que te escriba cada día ya sea por la mañana o al ocaso, mi corazón no deja de sufrir por tu ausencia, y que es ésta sino la privación de tu aliento sobre mi rostro?, el susurro de tu voz grave a mis oídos que invitan a serenar mis sentimientos hacia tí, cual burbujas efervescentes y copiosas escapadas a tu corazón. No reprocho tu destino, es menester que cumplas esa parte de tí, característica de tu hombría cabal, que me sigue enamorando a pesar de esta distancia; a mis labios le hacen falta la humedad de los tuyos, mi piel reclama el aroma de tu cuerpo, la sensación de tus manos alrededor de mi cintura, sin embargo, sigues allá y yo aquí. No quiero pensar en que si por momentos me olvidas o se desdibuja mi imagen de tu mente, si por razones ajenas o incluso si por tu propia voluntad en la debilidad de tu carne, hayas dejado seducirte por el cuerpo de una extraña, no, no quiero imaginarlo tan siquiera, me hierve la sangre con sólo escribírtelo; has de decir que el deseo es lo que menos te apetece en estos instantes tan conflictivos, el olor a azufre, a muerte te enloquece y si acaso, si bien te va, un cigarrillo te acompaña por las noches y una dura sensación de incertidumbre te asalta sin poder conciliar tu sueño - si acaso tienes tiempo o el deseo de dormir-. Parezco a veces una florecilla de esas que se mueren al llegar la noche y renacen al alba, el destino es cruel conmigo, juega con este cariño tan entrañable, arraigado como un roble que se niega a ser cortado, endurecido, perenne. Mi amor, tal vez sería mejor evitar decirte mi desdicha, consejo que no deja de darme la tía Francisca, mas cómo entonces soportaría esperar tu regreso? es preferible omitirte mi desasosiego?, consciente estoy que no estás en el mejor lugar, ni disfrutando tu estancia, pero si en algo vale mi amor por tí, acaso no es preciso que sepas la angustia que me acoge desde tu partida?, la indiferencia no es la mejor prueba de amor. Te amo. Tuya Siempre. Tu Inés.
(Cartas de Guerra)