2.7.17

Renuevo




Hay espacios en el cuerpo que se llenan con girasoles. No cubren vacíos que ahogan el alma, pues quien muerto se halla no le revive ni la miel de las abejas. Son esferas  sin brillo, opacadas por las ventiscas que atizan el corazón, donde el girasol se anida y canta una melodía que borra las cicatrices.  Se desborda un bálsamo entre las venas, fluyen  peces bermellones, se acogen las constelaciones en los pensamientos, renace la vida en una margarita.

© Ruth Martínez Meráz (Texto e imagen)

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