28.6.18

Fuego bajo la piel



Germinaba dentro de mí, podía sentirle cómo recorría por las arterias, golpeteaba con aquel ímpetu que sólo la chispa del fuego que se propaga en ramas secas provoca las llamaradas que nadie podría apagar en un instante. Iba enraizándose en mis células, mi piel comenzó a enrojecer. Lejos de asustarme cuando sentí que traspasaba mi cerebro, me abandoné a su albedrío, de mis labios salió un suspiro por donde escapó su primer verso, era la Palabra viva, no pude evitarlo, mis manos se desenfrenaron sobre un diario guardado en mi corazón, escribieron la primera línea, la segunda, la tercera, la cuarta, ardía mi ser. Me sorprendió el rocío de la mañana, sobre mi brazos entonaban mi última rapsodia los ruiseñores.


© Ruth Martínez Meráz ***

18.6.18

El silencio de los ruiseñores



Se hace añicos el canto de los ruiseñores, se propagan sus notas, consumen los corazones de las margaritas, se deshojan los árboles. Desolada se halla la palabra, busca enraizarse en la humedad de tus pensamientos, renacer en un poema que reverdezca nuestro horizonte. Irrumpe el silencio en mis manos, monosílabos resplandecen entre líneas. El final de un capítulo se escribe, se escucha cómo se estremece el verano esta noche. Espasmo de unos versos entre nuestros labios, se torna árido el camino que me vuelva al oasis de tu mirada ¿dónde se halla el arcoíris que contemplamos bajo el roble? – casi se desvanece mi margarita - Los ruiseñores guardan silencio, se abandonan en los vestigios del edén que dio origen a nuestra historia.


© Ruth Martínez Meráz ***

13.6.18

Desvelos



I

Se nace para vivir,
sentir el cielo en la Tierra
abrazar el amor en un poema
mirar a Dios en un rostro
perderse en el infinito de unas palabras.
Se vive para honrar la divinidad en nuestro interior
volcar en unos versos
los sentimientos
vaciar el alma en un himno
de gratitud al Creador.
Se camina con la mirada erguida
sin poses falsas
sin manos frías
con la voz que acaricie el corazón del prójimo
con el sostén de la voluntad
siendo el hombro perfecto
descanso del ser querido.
Se reinventa cada día a la vez
los resentimientos se crucifican
suena el canto de los ruiseñores
[soy colibrí ahora
cobijo de sus manos]
Se existe para ser
oásis en el desierto
leche y miel al hambriento
paz en medio del conflicto
un tatuaje incrustado en la historia
de uno o dos destinos.

Ruth Martínez Meraz ***