24.8.17

Frente al espejo


Había terminado con el sol sobre su espalda, aún tenía la sensación de hormigueo sobre su piel. Con las palabras rebotando entre sus sienes, entró a la habitación, doce horas sobre sus pies le restregaban los motivos que la llevaron a aquel lugar por la razón que fuese; solo un torrencial bajo la regadera, callaría por una rato los ecos del día. Se sentó sobre el taburete frente al espejo. Mientras recorría su rostro con la toallita, la joven en el espejo la miraba fijamente. Fernanda escuchó una tolvanera de pensamientos que comenzaron a circularle. Por momentos la atosigaban con preguntas, como: “¿Quién eres?” “¿Por qué estás aquí?” y otros con afirmaciones como: “Invades mi espacio” “¿Eres real?”. Fernanda seguía pasando sus manos sobre cada línea de su cara tratando de ignorar a la joven que seguía penetrando su mirada, su mente, su espacio…Tienes razón – comenzó a decir frente al espejo --, he abandonado a esta joven por años, la obligué a esconderse, apagué sus sueños, no podía esperar más de mí – manoteaba --, ella nunca sirvió a mis propósitos y cualquier ventarrón la hubiese arrancado de este mundo utópico. Retenerla en la cavidad del extravío fue un acto de amor propio.- El espejo se empañó por completo.

Ruth Martínez Meráz ***

12.8.17

La última margarita....

Son los intervalos del otoño que se fragmentan en la memoria, acuden las sonrisas en primavera alrededor de la mesa. Se escucha la algarabía de los pájaros dentro del pecho, un tic tac pronunciado entre las paredes. Es el acarreo de sueños húmedos en el lecho, insomnios atesorados en un viejo diario, escritos con el suspiro de la juventud. Desciende el invierno en los párpados - fluye una tormenta –. Se encanece tu firmamento, es ácida la palabra, los versos amotinados, disfrazan los sentimientos; fluyen como una dulce vianda que amargan el corazón. ¿Dónde se halla la fuerza de tu sabiduría, el portento de tu voz? Luces como luna eclipsada, precipicio en el cual mueren las auroras. Esperas que regrese la lucidez que escapa por tus ventanas. Sólo te queda una margarita.

© Ruth Martínez Meráz *** Fotografía: Juan Rulfo