28.6.18

Fuego bajo la piel



Germinaba dentro de mí, podía sentirle cómo recorría por las arterias, golpeteaba con aquel ímpetu que sólo la chispa del fuego que se propaga en ramas secas provoca las llamaradas que nadie podría apagar en un instante. Iba enraizándose en mis células, mi piel comenzó a enrojecer. Lejos de asustarme cuando sentí que traspasaba mi cerebro, me abandoné a su albedrío, de mis labios salió un suspiro por donde escapó su primer verso, era la Palabra viva, no pude evitarlo, mis manos se desenfrenaron sobre un diario guardado en mi corazón, escribieron la primera línea, la segunda, la tercera, la cuarta, ardía mi ser. Me sorprendió el rocío de la mañana, sobre mi brazos entonaban mi última rapsodia los ruiseñores.


© Ruth Martínez Meráz ***

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